Varios días intensos. Mi vida como siempre.
Vagaba mi alma tensionada entre el sopor de una bochornosa tarde estival y el onírico mundo de Cortazar.
Quería detenerme o detenerlo todo.
¡Paren!
Mi cuerpo quedó sentado en un sillón con un libro entre las manos.
El aire sahumaba olor a tierra mojada. Se acercaba una deseada lluvia. Ahora insistente, convocante. Me reclamó el Aplastamiento de las gotas sobre los vidrios y pude ver como Circe trocaba su hechizo mortal en ronda de niños que saltaban jugueteando como faunos mitológicos. La continuidad de los parques fue un Jacaranda deshilachándose en un pequeño remolino creado por el viento en el que las hojas y flores creaban instantáneos y efímeros dibujos. Un color tras otro. Una forma tras otra. Y me pierdo, me pierdo. Giro y giro. En esteCortìsimometraje la bruma esconde las montañas de mi valle. ¿Lo ves? No, ya se. Lo veo por vos. Mi casa, esta casa acostumbrada a mis silencios se convirtió en la Casa tomada por los fantasmas que trajo la música de truenos que lejanos parecían acercase corriendo, aumentando su intensidad paso a paso para terminar estallando sonoros, intensos, soberbios en mi sala. Los fantasmas acompañan una loca danza. Ya no había calma. El éxtasis era embriagante. Me vi sentado en el sillón pero no quería volver del clímax infinito que me elevaba más y más.
- Ya paró de llover, apurate, andà al súper antes de que empiece de nuevo.
Levanté la cabeza. Dejé el libro sobre la cama. Cerré la puerta. Mientras caminaba repetí una y otra vez allà en el fondo està la muerte.
La Negra.
1 comentario:
Catamarca, sus montañas, las casas, sus atardeceres, son tuyos...
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