lunes, 15 de diciembre de 2008

De deseo somos.


La vida, sin nombre, sin memoria, estaba sola. Tenía manos, pero no tenía a quién tocar. Tenía boca, pero no tenía con quién hablar. La vida era una, y siendo una era ninguna.
Entonces el deseo disparó su arco. Y la flecha del deseo partió la vida al medio, y la vida fue dos.
Los dos se encontraron y se rieron. Les daba risa verse, y tocarse también.
Eduardo Galeano
Espejos: una historia casi universal

2 comentarios:

Fernando Guilla dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fernando Guilla dijo...

Desde estos lugares, mas bien recónditos que iluminados, de ésto que llamamos "la vida", celebro tu blog y tus publicaciones. Muestran un alma sensible, fresca, anhelada en éstos tiempos de impersonalidad. Deseo en vos una buena vida, y de paso, feliz año siguiente. El equilibrio siempre esta, aunque no lo veamos. Nos vemos, y saludos a tu hermosa familia, y a la que vas a formar. Besos.