lunes, 21 de enero de 2008

El Ambato


a mis dos pasiones:
Catamarca, lugar en el que me gustaria descansar
y Fernando Guilla, el hombre de mi vida.
Tu canto salamanquero
Se hace silbido nocturno
Hijo de almas solitarias
Que quieren contar sus leyendas
Calladas por el paso del tiempo.
Animas anhelantes
Esperando pacientes revivir
En guitarra y notas,
En besos enamorados perdidos
Tras el rumor del arroyo.
El eterno arroyo
Que acompaña tus brazos,
Esos brazos de mujer amante
Que cobijan la verde soledad
De tus caminos.
Esa madre que eleva sus ruegos
Hecha punzantes púas
Que se clavan hasta el fondo
Y quedan para siempre
En el corazón de sus hijos
Que aunque lejos
Llevan la marca
De ese amor desgarrante y posesivo.

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