Juan Lopez y John Ward.
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, aupiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
Jorge Luis Borges.
en Los Conjurados
(1985)
3 comentarios:
Me suscribí a tu blog. Lo iré leyendo con atención y gusto. Gracias por la invitación através del correo. Felicidades y suerte. No desanimes, aun en la oscuridad o la soledad. Un abrazo.
En mis espaldas pesa haber nacido el 10 de junio de 1982, dia de malvinas. Una cruenta guerra, donde solo perdieron pobres pibes que ni sabian manejar un arma de juguete, llevandolos a su propia tumba. Como diria Miguel Cantilo "Pilatos de escritorio, Los Cristos al combate". Excelente reflexion Negra.
Realmente una guerra sin entender, como todas las guerras que se llevaron a cabo en la historia. Desde el arte, y artísticamente, como deben ser éstas cosas, siempre hubo un repudio a éstas cuestiones, y qué mas que Borges. Gracias Sandra, por tu mundo y por compartir éstas palabras con todos.
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