lunes, 23 de febrero de 2009

Casi poesía...Roberto Juarroz.

(4) Pensar entre dos, como si hacer el pensamiento fuera igual que hacer el amor.
(25) Ambos pusimos los ojos a la vez en un extremo del mundo, lo reconocimos y callamos. Es desde ese instante que nos conocemos.
(34) Me quedé mirando tus ojos cerrados. Y despertaste. No quiero ahora mirar tus ojos abiertos: podrías dormirte.
(44) Tu desnudez abre la mía como una palabra que abriera otra boca, no la suya.
(64) Aunque pierda mi nombre y yo no responda ya a su llamado, volveré siempre al lugar donde tú la pronunciabas.

(15) Clavar un clavo en la pared del alma, para colgar la imagen del alma.





(22) La luz, toda la luz no alcanza para ver en el fondo la imagen que aparece cuando nadie mira.






(51) ¿Con qué vamos a vestirnos? La desnudez gasta todas las prendas desde adentro. Vestidores de todo, quedaremos al fin como una fila de cuerpos sin cubrir, alineados como ciegos a lo largo de un muro. Tal vez vestido necesario estaba adentro de nosotros.


(53) Todo se comunica con algo, aunque no sepamos con qué. Hasta la flor que se abre en la noche se comunica con algo, hasta tus gestos no nacidos, hasta la mano amputada, hasta un pecho convertido en espalda, hasta la ausencia desprolija de dios, hasta las palabras que se cayeron del poema. Y si existiera, también algo completamente solo se comunicaría con algo. Y en el fondo, no importa con qué.





(69) Nadie posee nada. Para poseer algo es preciso desnudarlo, apoderarse de su centro y tener un espacio donde protegerlo. Nadie puede, para poseer una rosa, desvestirla de sus pétalos y retener su fragancia. Las manos del hombre son siempre manos vacías. Tal vez nuestro ejercicio fundamental consista en aprender a amar y escribir con las manos vacias.


(1) Me falla la memoria: recuerdo demasiado. Recuerdo por ejemplo que no era.





(54) Ya que debemos olvidarlo todo, deberíamos por lo menos una vez recordarlo todo.





(58) Los nombres que llenan nuestra vida quizás nos consuelan de todo lo sin nombre.




(83) Tener un nombre no me salva. Pero puedo volverme anónimo y delegar en mi smbra la ilusión de salvarme, aunque no sepa de qué. Tan sólo me retiene tu nombre y mi voz, esos vástagos envueltos en algo más que sombra y que no buscan ni siquiera salvarse. Tal vez la fe que aún tengo en ellos me ayudan a intentar la utopìa de cambiar los nombres de las cosas.





Roberto Juarroz.
Poesía Vertical II

1 comentario:

GoodOldLeon dijo...

caí por acá de casualidad, y me alegro... tu blog es hermoso, ya volveré con más tiempo a seguir perdiendome entre estas letras

te invito a darte una vuelta por mis mundos

saludos, que andes bien