miércoles, 16 de julio de 2008

Creo que esto es algo que mucho le pedimos a la vida...

Esto es sólo para aquellos que pueden mirar más allá de las palabras. Es para aquellos que quieren interrogar a la vida, patear tableros y romper esquemas. Para aquellos que no se conforman con lo dado. Pero también para aquellos que aman y conocen la dureza del mar. Bello, atrapante, pero final...navegar en él y estar en su inmensidad nos pone en contacto con el ser...con nuestro yo más íntimo. Sin tierra alrededor lo único que nos salva es aferrarnos a la vida o dejarnos llevar. Creo, mis amigos, que el mar es una metáfora de la vida y los barcos que navegan, nuestros propios cuerpos que van a la deriva con mayor o menor destreza. A vivir, a patear, a cuestionar....Después el mar es duro...Y llueve sangre...nos confieza el poeta...

EL BARCO




Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo
por qué; por qué no nos dejan sentarnos y comer.
Queremos mirar las nubes,
queremos tomar el sol y oler la sal,
francamente no se trata de molestar a nadie,
es tan sencillo: somos pasajeros.




Todos vamos pasando y el tiempo con nosotros:
pasa el mar, se despide la rosa,
pasa la tierra por la sombra y por la luz,
y ustedes y nosotros pasamos, pasajeros.




Entonces, ¿qué les pasa?
¿Por qué andan tan furiosos?
¿A quién andan buscando con revolver?




Nosotros no sabíamos
que todo lo tenían acupado,
las copas, los asientos,
las camas, los espejos,
el mar, el vino, el cielo.




Ahora resulta
que no tenemos mesa.
No puede ser, pensamos.
NO pueden convencernos.
Estaba oscuro cuando llegamos al barco.
Estábamos desnudos.




Todos llegábamos del mismo sitio.
Todos veníamos de mujer y de hombre.
Todos tuvimos hambre y pronto dientes.
A todos nos crecieron las manos y los ojos
para trabajar y desear lo que existe.




Y ahora nos salen con que no podemos,
que no hay sitio en el barco,
no quieren saludarnos,
no quieren jugar con nosotros.




¿Por qué tantas ventajas para ustedes?
¿Quién les dio la cuchara cuando no habían nacido?




Aquçi no están contentos,
así no andan las cosas.




No me gusta en el viaje
hallar, en los rincones, la tristeza,
los ojos sin amor o la boca con hambre.




No hay ropa para este creciente otoño
y menos, menos, menos para el próximo invierno.
¿Y sin zapatos cómo vamos a dar la vuelta
al mundo, a tanta piedra en los caminos?




¿Sin mesa dónde vamos a comer,
dónde nos sentaremos si no tenemos silla?




Si es una broma triste, decídanse, señores,
a terminarla pronto
a hablar en serio ahora.




Después el mar es duro.




Y llueve sangre.



PABLO NERUDA, en Navagaciones y regresos 1959

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