Te esperaré
recostada sobre sábanas blancas.
Dormida,
en estado latente
como suspendida en el infinito.
Volando en una nube
movida por la brisa
de tu errante camino.
Abriré de vez en cuando los ojos
cuando mires al cielo
y tu soledad reclame cobijo.
Seré rocío que acaricie tus cabellos
cuando tu silencio
grite mi nombre.
Te esperaré
sin desesperanzas
porque se que en cada vuelta
se recreará el infinito.
Sólo bastará un segundo
para que mi piel
sea arpa en tus dedos
y saques de ella acordes que conocen la belleza
y el misterio de ser
sin saber quienes somos
pero sin perdernos.
La Negra
2 comentarios:
Hermoso poema. Como siempre, muy profundo y con sentidas palabras.
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