domingo, 2 de diciembre de 2007

Soy.



Soy una calle solitaria, nocturna…
Soy un poema de Borges,
inmenso, profundo, laberíntico;
leído como diatriba a la ausencia
paradójica, mortal, eterna,
de un amor perdido por un aire
que jamás lo ha visto.
Soy un encuentro en Recoleta,
poblado de versos de Pessoa,
recitados por una voz sin Patria.
Soy un beso inesperado
en una fría noche en el Parque Lezama.
Soy un tango.
Soy todos los tangos.
Soy una letra de Manzi,
La más trágica. Malena. Sur. Después…
¡Qué importa del después!
Son el barrio de Flores inventado por Dolina.
Pero no soy una de sus fatales mujeres.
Soy uno de sus Hombres Sensibles,
que saben que la Vida vale menos que el Amor.
Y se juegan y van por más
capaces de todo heroísmo por un amor.
Por ese amor que nunca alcanzarán
pero luchan por merecer.
Soy la Casa Tomada de Cortázar,
y un tango de Piazzola.
Piantada, piantada, piantada…
¡Quereme así piantada!
Pero quereme…mirando al Río
que sueña el mar y la distancia
que jamás mira a la ciudad
que tampoco lo mira.
Soy una pintura de Soldi,
y una foto en sepia.
Soy Montevideo,
transformada en amante discreta,
modesta, sencilla, profunda.
Y soy una daga, otra vez Borges,
hija de una revancha que no fue
clavada para siempre
en el centro mismo de los sueños.
Soy Buenos Aires en el acento.
Pero soy un sueño de paz en las montañas.
En esas montañas prometidas por la sangre
urdidas en mis fantasías
por los cuentos de la infancia,
de una europea herencia.
Pero están aquí y me besaron.
Pero que se olvidaron el rescate,
o no se animaron a pagarlo.
Entonces soy fracaso.
Eterno, fracaso,
Que gira sin consuelo
Hasta que alcance por fin su derrota.






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