martes, 6 de noviembre de 2007

Seguimos tràgica en otros gèneros.


CARTA DE AMOR DESESPERADO.
Amor:
Desesperada, Amor, desesperada. Temo rendirme aunque jurè ser eterna. Oscuros y hondos miedos vuelven a poblarme.
Tengo miedo.
Tengo miedo.
Torturantes fantasmas me tientan. Dibujan en mì solitarios paisajes, con mùsica. Mucha mùsica. Tonos tristes. Escalas en menor. Y traen esperanzas que son espejismos y prometen nuevos dolores.
Tengo miedo de vos.
Tengo miedo de mì.
Y en este desierto, de pronto, escucho rumores. Son voces. Infinitas y coloridas voces. Pero ninguna es la tuya. Y es asì que anhelante recorro mi memoria para ver si es posible allì escucharte. Silencio. El silencio me mata. Un silencio que de mi se apodera. Paralizante. Estàtica miro a mi alrederor y no puedo dar ni un solo paso. Adònde ir. La ciudad se convierte en un laberinto. ¿Cuàl es el centro? ¿Dònde estàs?
¡Responde! ¡Responde! Por favor responde. Grito una y otra vez. Pero nadie escucha y estàs tan lejos...
No quiero reprocharte. Ni suplicarte. Ni rogarte.
Pero una y otra vez lo hago en mi corazòn.
Y te reprocho el silencio. El no hablar ni pensar en los dos. El que todo se ha transformado en un monòlogo que te evoca una y otra vez. Y te convierte en poemas, en sueños, en ganas, en motor del dia, en destinatario de cada esfuerzo, en pensamiento, en acciòn, en pasiòn.
Y te suplico horrorosamente. Cometiendo todos los pecados que cometen los enamorados.
Y te ruego que me dejes entrar en tu Patria. Y que dejes que sea la mia ya que la ùnica Patria posible para mi es la que miren tu ojos.
Te pido perdòn.
Perdòn una y otra vez.
Perdòn nuevamente y mil veces màs.
Las ganas y el Deseo me han convertido en esto. Un triste personaje. Que reprocha lo que no hay que reprochar, suplica lo que no hay que suplicar y ruega lo que no hay que rogar.
Ausencia.

No hay comentarios: