lunes, 8 de octubre de 2007

La Rueda

En esta historia representarás siempre el mismo papel: siempre estarás huyendo, siempre traficarás cosas inútiles, siempre la verás y sabrás que es Ella. Siempre la encontrarás en una encrucijada, le darás la mano, la rescatarás del olvido, se amarán y seguirán su camino. También Ella tendrá una sucesión de repeticiones. Fracasará una y otra vez. Se sentirá triste, trágica e imposible.

Así, la Rueda seguirá girando.

Hoy la cita es en Buenos Aires. Plaza Dorrego. Muriendo el invierno. Entrarás a un Pub. Estarás solo - o eso creerás-.Pensarás que estás de paso. Sos un viajero que trafica cosas inútiles. Hoy son teoremas, jugás con los números como la Rueda contigo.

Ella estará leyendo ávidamente. Ya sabés... nunca pierde el tiempo. Parece devorar las cosas, como si el mundo terminara hoy. Aquella vez era cantante y llevaba un escotado y sensual vestido rojo. Te fascinó. Hoy es escritora. Mejor dicho, lo será. Todavía necesita la estrella de tu presencia en su vida

Te sentarás en una mesa junto a la de Ella. Algo te atraerá...su perfume. Intenso. Con notas a madera de oriente y sándalo.

Se sentirá observada. Levantará la vista y como recitando un ancestral mantra dirá: -Lo demás es nada. La frase de Pessoa. Aquel poema que le leíste. La clave de la cita.

La Rueda sigue su curso.

No tendrás dudas. Otra vez te está esperando. Nunca te ha dejado ni te dejará. Entonces, la recordarás cantando en Montmartre, cuando no tenía estos largos cabellos que acariciarás. Sus labios no son tan finos como los que besaste en la calle de la Bonn. Tampoco sus ojos son iguales, eran celestes, grandes, brillantes. Hoy son marrones, algo tristes. La mirada es la misma. Lejana. Profunda.


Es Ella. ¡Es Ella! No te dejó. Ha regresado. Ayer fue canto de sirena. Te atrajo su música, su voz. Hoy es...¡Qué importa! Siempre es Ella. Siempre sos Vos.


Mientras te cuenta su fracaso, te irá reconociendo. Y aquel lejano amor volverá a aparecer. Intentarás representar el papel que más te gusta. Querrás seducirla. Usarás tu máscara de niño travieso. Esa vieja costumbre que te lleva de una mujer a otra. De un adiós al siguiente. De un abandono a otro.-No hace falta - te dice -. Tenemos un pacto. Somos fugaces. Pasajeros de un sueño. Jamás te dejaré.

Ella es tu eterno fantasma. Y Vos el de ella. Aparecen y desaparecen para que la Rueda siga girando.
Estirarás tu mano. La recorrerás. Perderás tus dedos en sus cabellos. Ella te dibujará, rozándote apenas Grabarán en sus almas este recuerdo. Este poema que escriben de a poco. Una estrofa por vida. Sus ojos. Si. Sus ojos serán la clave de la próxima cita.

Esta vez el lugar creerás elegirlo vos. En realidad, lo elige la Rueda. Se verán en El Cairo. Será un momento difícil. Un mundo peligroso los rodeará. Pero no les preocupará. Tienen que continuar.

Allí los volveré a soñar. O nos soñará la Rueda, para seguir girando. Otra vez estarás huyendo, traficando cosas inútiles y necesitando rescatarla y Ella deseando volver a amarte. Hasta un día. Cansados de tanto viaje. Se mirarán de frente. Decidirán escoger cuál será su derrota. Terminarán de escribir el poema. Comprarán el mejor vino. Brindarán a la salud de nadie. Y se irán a dormir.

Esta vez sin soñar ni ser soñados.



Por fin, para ustedes, la Rueda no seguirá girando

1 comentario:

Fernando Guilla dijo...

Emoción, encuentro de sentimientos tristes y alegres, siempre girando, como la rueda, es leer ésta magnífica prosa- poética. Gracias por tu mundo.